Islandia, ruta por el norte

Laguna Azul

La Laguna Azul – Islandia

Islandia, un bello territorio inhóspito (2ª parte)

Vuelvo sobre mis pies después de haber realizado una ruta que me ha llevado a conocer los más bellos paisajes del este de la isla. Ahora me espera Reykiavik, la capital de Islandia, donde vive un tercio de la población del país, y después una ruta por el norte que me llevará a praderas de tundra, fiordos y enormes glaciares que han cincelado sobrecogedores paisajes y se dejan acariciar por las auroras boreales.

Reykiavik

«La bahía humeante» fue el nombre que le dieron los primeros colonos que pusieron los pies en la que hoy es la ciudad más poblada de Islandia. Sus casas bajas y coloridas dan vistas a una lengua de mar que acoge a un puerto de incesante tráfico de barcos, tanto ferris como pesqueros, su principal actividad comercial. Una zona sometida al poder de la naturaleza, en la que los géiseres son abundantes y el sol tiene un extraño comportamiento. A estas latitudes solo asoma tímidamente sobre el horizonte cuatro horas al día en invierno, mientras en verano las noches se hacen interminables, siendo sustituidas por una luz blanca, que da nombre al mayor festival de cultura de Islandia.

Harpa

Auditorio el Harpa – Reykiavik

No solo música

La música, precisamente, es la protagonista de mis primeros pasos por Reykiavik. No hace falta ir a la oficina de turismo, todos los vecinos de la ciudad quieren que los visitantes acudan a ver su buque insignia, el Harpa. Un moderno auditorio obra del artista Ólafur Elíasson. Su cubierta de cristal le permite aprovechar al máximo la valorada luz solar, que hace que la fachada torne los colores dependiendo del ángulo con el que inciden los rayos sobre los cristales.

Este centro cultural ha revalorizado y revitalizado una zona deprimida de Reykiavik y se ha constituido como un símbolo contra la política económica que llega de Bruselas. La zona del puerto ahora está llena de restaurantes de gran calidad y bares vanguardistas en los que tomar un café contemplando la bahía. La proximidad con el centro favorece también a esta nueva zona comercial que va más allá de los servicios hosteleros. El auditorio es la sede de la Ópera y la Orquesta Sinfónica de Islandia. Cuyas actuaciones son muy bien acogidas por los islandeses.

A vista de pájaro

Dejando atrás el puerto me adentro en el centro de la ciudad. Desde cualquier lugar llama la atención una gran torre que domina el perímetro urbano. Se trata de la iglesia protestante de Hallgrímskirkja.

Vista aérea de Reykiavik - Islandia

Vista aérea de Reykiavik – Islandia

El edificio es nuevo, apenas cuenta con sesenta años, pero hay que entrar en él para subir a la torre de su campanario. Arriba un mirador situado a setenta y cinco metros permite apreciar el lienzo de colores que componen las fachadas y tejados de las casas del entorno. La bahía y los montes colindantes concluyen la imagen que no solo hiela por lo impresionante de sí misma, sino por la brisa que corre en el pináculo.

A la salida de la iglesia nos espera la estatua de uno de los hombres que son orgullo de la ciudad, Leif Ericsson. A este hijo de Erick el rojo se le atribuye haber llegado a América en los albores del segundo milenio. Un hito del que queda testimonio en la Nordic House, el museo de la cultura nórdica. Para llegar a él basta con seguir la calle Njardargata, hasta cruzar la autovía de circunvalación. Una moderna sala de exposiciones y un restaurante invitan a dejar transcurrir la mañana.

La visita monumental concluye con una escapada al Parlamento y la sede del Gobierno. Edificios que arquitectónicamente no tienen mucho que aportar, pero que tienen un gran significado, dado que representan la independencia de Noruega y Dinamarca. Aunque también merece una visita la Casa de la Cultura de Reikiavik, situada en una paralela a la principal arteria comercial, Laugavegur.

Un tarde en los baños

Detrás del aeropuerto, en la playa termal conocida como Nautholsvik, se congregan multitud de espectadores cada tarde. En los meses de verano cuando el reloj marca las cinco, un potente chorro de agua caliente, del suministro de agua de la ciudad, se proyecta sobre las gélidas aguas del Atlántico Norte. Mientras, los vecinos se relajan calentando sus cuerpos con los perennes rayos de sol de los meses estivales.

Muy cerca, en Oskjuhlid Hill, se encuentra el Museo de las Sagas. Un lugar donde se recrea la historia de los vikingos y la figura de los primeros colonos y pobladores de la isla. Además de albergar algunos de los ejemplares de poesía y prosa conocidos como los Edda, el orgullo de Islandia. Si sobra tiempo, otra visita interesante es el Jardín Botánico de Reykiavik.

La noche promete. A la luz de medianoche los locales de la zona del puerto y el centro abren sus puertas para los noctámbulos. Toda la ciudad se suma a los eventos de Las noches en blanco, con conciertos, exposiciones y conferencias por doquier.

Lago Azul

Baño en el Lago Azul

La Laguna azul y los frailecillos

Antes de comenzar la ruta por el norte de Islandia me decido a dedicar un día al relax en uno de los mejores balnearios de Europa. La peculiar situación de la isla sobre una falla hace que los volcanes pongan en vilo a las compañías aéreas, pero también ofrece balnearios naturales en los que dejar atrás el trabajo y disfrutar de la naturaleza.

La Laguna azul es en realidad un conjunto de termas naturales abiertas al aire libre. Sus aguas turquesas le han dado el nombre con el que se conocen, a lo que se suma el vapor constante que surge de la tierra y envuelve a cuantos visitan el balneario.

Tras el relajante baño decido ir hacia el sur, siguiendo la Carretera 1. Hay varias islas donde se pueden ver a los embajadores más pintorescos de Islandia, los frailecillos. En la isla de Vestmannaeyjar, estos pájaros, que abundan en las tiendas de regalos en forma de peluches, viven entre acantilados y praderas de tundra. Un espectáculo que asombroso y entrañable, que a pesar de eso no atrae a muchos turistas.

A la vuelta a Reykjavik hago una parada en las montañas azules. El volcán Thrihnukagigur lleva cuatro mil años dormido y los islandeses han aprovechado para crear un pequeño parque temático dentro de él. Sin peligro se puede visitar su interior bajando los 120 metros que distan bajo el cráter y que se hacen en elevador. El interior de las galerías muestran los colores que debió de imaginarse Julio Verne en su «Viaje al centro de la Tierra».

Ruta por el norte

Tras descubrir Reykiavik y una escapada por algunos de los lugares cercanos, me dispongo a emprender mi camino hacia el norte. La ruta seguirá la consabida Carretera 1, que me llevará hasta los fiordos occidentales y a contemplar el espectáculo de las auroras boreales. Un fenómeno causado por el viento solar que tiene su auge en los meses invernales.

Stykkishólmur

Puerto Stykkishólmur – Islandia

Arte, hielo y fiordos

Mi primera parada es Stykkishólmur. Un pequeño pueblo marinero escogido por la artista neoyorquina Roni Horn para montar una exposición permanente de sus obras. La Libraty of water es una antigua sala de lectura de la biblioteca municipal que hoy acoge una veintena de columnas de cristal donde se guarda el agua deshelada de otros tantos glaciares islandeses. Aunque la obra más interesante de la biblioteca es una colección de sagas, libros en los que se escribió la historia de Islandia constituyendo un importante legado de Eddas.

Cuando cae la noche el cielo se viste de gala y la aurora boreal hace brillar las casas de los habitantes. Otro de los tesoros de este pequeño pueblo del oeste de Islandia.

Hacia el norte, recuperada la carretera de circunvalación, me espera el fiordo Safjcrdardjúp. Uno de los muchos fiordos que constituyen la costa occidental de Islandia. Un paraje natural que es posible gracias a la corriente del Atlántico Norte que trae hasta estas costas las aguas cálidas del ecuador. Praderas de hierba baja se extienden por las montañas surgidas del mar, ofreciendo una estampa que no me puedo resistir a fotografiar. La isla de Vigur es una de las visitas imprescindibles de esta lengua de mar.

Por aquí hay poca gente, y la poca que hay vive en granjas aisladas que tienen a bien ofrecer alojamiento a los pocos turistas que se deciden a hacer esta ruta. El alojamiento suele incluir desayuno compartido con la familia, y si se dispone de tiempo incluso se pueden compartir algunas labores del rancho. Además, los granjeros son los mejores guías de la zona y conocen los rincones más bellos de los fiordos.

Sorpresas en el norte

Cerca del Círculo Polar Ártico está la ciudad más poblada del norte de Islandia, Akureyri, con algo más de quince mil habitantes. Un entorno rodeado por una muralla de montañas que ofrece al viajero un lugar fuera de lo común para esta latitud. El Jardín Botánico es un milagro que sobrevive donde solo lo hacen pequeños caballos y granjas desperdigadas. No obstante, aunque Akureyri carece de grandes monumentos para visitar, los paisajes del entorno y el conjunto de sus viviendas constituyen un espectáculo visual de gran belleza.

Cascada Godafoss - Islandia

Cascada Godafoss – Islandia

Antes de llegar al lago Myvatn paso junto a la cascada Godafoss, en la que se cuentan que los islandeses se deshicieron de sus dioses tras la predicación de los misioneros cristianos. Otra recompensa para la vista es el lago Myvatn. Aquí los volcanes apenas tienen treinta años y el agua hierve al ritmo de las fumarolas de vapor que expulsa la tierra. La cascada Dettifoss es otra maravilla del norte, y la más caudalosa de Europa.

La carretera me acerca hacia la costa oriental. Pero antes de llegar hago una parada en la pequeña ciudad de Egilsstaðir, con vistas a un alargado lago. Una ciudad cosmopolita donde descansar antes de llegar a Djúpivogur, capital de los fiordos del este. En barco se tarda poco en llegar a la isla de Papey, donde una colonia de frailecillos anidan junto a ruinas de antiguos vikingos y ermitaños islandeses.

Ya solo queda el camino de vuelta, que se puede hacer por carretera o por enlace aéreo desde algunos de los pequeños aeropuertos que conectan con Reykiavik. Atrás dejo un isla bendecida por la naturaleza, un espectáculo de hielo, lava y auroras boreales, que marca de por vida a cuantos la visitan.

Ofertas de viaje Islandia

Lee el articulo anterior sobre Islandia

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *