Destino Madagascar: un viaje lleno de sorpresas

Peaks - Red Tsingy - Antsiranana and Diego Suarez - Madagascar - Panoramique

La cuarta isla más grande del mundo alberga entre sus fronteras delimitadas por el océano Índico una riqueza natural inusitada. Aquí los bosques forman avenidas de enormes baobabs por los que transitar sobre un asfalto de arcilla, las piedras se vuelven afilados rascacielos constituyendo enormes ciudades inexploradas y algunas de sus especies animales son únicas en el mundo. Son solo tres de las razones que invitan a hacer un viaje a Madagascar lleno de sorpresas.

Madagascar: Datos de interés

Antes de iniciar nuestra particular ruta por Madagascar vamos a exponer algunos datos que nos parecen interesantes para el viajero.

En Madagascar te puedes comunicar en dos lenguas: el francés, heredado de la época colonial, y el malgache, un idioma autóctono de la isla. La capital, Antananarivo, se encuentra prácticamente en el centro del país. Aquí viven 1,5 millones de personas del total de 22 millones de habitantes de Madagascar.

Cuando llegues a Madagascar recuerda que tienen una hora más en el reloj respecto al horario de verano peninsular. La moneda nacional es el Ariary. Al cambio 1 euro es 2800 ariary, aproximadamente. Para más exactitud se puede consultar la web de la Oficina de turismo de Madagascar.

Madagascar dista de Mozambique, su vecino más próximo, 416 kilómetros. El mar ha propiciado su aislamiento, permitiendo que la evolución haya hecho de las suyas y ahora se cuenten decenas de especies endémicas y únicas en el mundo, pero también se ha propiciado la explotación de sus recursos, que ahora están protegidos por las organizaciones internacionales.

La avenida de los Baobabs

Uno de los atractivos de Madagascar es contemplar su peculiar fauna y flora. Bien es cierto que los baobabs también se encuentran en otras regiones, como en Tanzania y en Australia, pero es en Madagascar donde sus tamaños son más impresionantes.

Baobab sunrise

Baobab significa en malgache “árbol del revés”, aunque también hay quien les dice “árboles de botella”, por tener el tronco mucho más pronunciado que la copa, que apenas supone una mínima parte de estos majestuosos ejemplares.

Los baobabs hace siglos formaban bosques, pero la explotación de los recursos de la isla limitó su hábitat a la región centro oeste de la isla. Para llegar a la Avenida de los baobabs hay que viajar hasta Morondava. Una vez allí varias empresas de turismo activo afincadas en la zona proponen rutas por la gran avenida natural. Las hay en 4×4, quad y camiones, entre otros vehículos. Pero sea cuál sea el medio de transporte la mejor hora para disfrutar de la silueta de estos grandes árboles sobre la tierra roja es en el amanecer y el atardecer, cuando la mayoría de los turistas todavía no han llegado o ya se han ido.

Y otro consejo: lleva la cámara con espacio suficiente y las pilas cargadas. Cuando llegues comprenderás porqué la Avenida de los baobabs es uno de los lugares más fotogénicos de Madagascar.

Ruta por el norte de Madagascar

En el vuelo desde Antananarivo a Diego Suárez, la principal ciudad del norte de Madagascar, la isla que en otro tiempo se decía verde, ahora muestra kilómetros y kilómetros de tierra roja, salpicadas por algunas extensiones de selva protegida bajo el nombre de parques naturales.

Antaño, Madagascar debió ser un vergel lleno de animales y plantas endémicos, sin igual en todo el planeta. Hoy día su encanto es diferente y sigue justificando de sobra el viaje y la estancia. Como ocurre con la zona norte del país, el destino preferente de muchos de los turistas que quieren al menos conocer una parte de Madagascar.

Diego Suárez sigue siendo el nombre con que sus habitantes conocen a esta ciudad hoy llamada Antsiranana. La urbe está salpicada por casas coloniales francesas, algunas más abandonadas de lo que cabía esperar. Frente a ellas la que se dice que es una de las bahías más hermosas del mundo. Testigo que fuera de Libertalia, una república utópica fundada por el pirata Misson y un grupo de forajidos que finalmente no pudo superar sus propias contradicciones basadas en la libertad.

visage maquillé à madagascar

Playas y nosys

En esta punta del norte de Madagascar los vientos peinan una costa abrupta y resquebrajada. El aire del Índico ayuda a mantener la temperatura confortable, lo que se agradece en las paradisíacas playas malgaches. Y es que no en vano a Madagascar también se la conoce como el Caribe del Índico.

En las proximidades de la costa están las “nosy”, como los nativos llaman a las islas a los que todos los turistas quieren ir. “Nosy Bé” es la más popular, y también la más saturada. Las instalaciones hoteleras han mejorado mucho en los últimos años, pero no hay que dejarse llevar por las marabuntas, el resto de playas e islas tienen igualmente muchos servicios y encantos típicos de Madagascar.

Naturaleza insólita en Madagascar

La explotación de los recursos naturales de Madagascar mermó mucho la riqueza de la isla, aunque con la ley de protección de los espacios y parques naturales se logró prevenir la destrucción de algunos de sus más bellos parajes.

Muy cerca de Diego, a 35 kilómetros por una carretera sinuosa, está la Montaña de Ámbar. Su cima se encuentra a 1500 metros, con una laderas cubierta por un extenso bosque pluvial donde se encuentran algunas de las 8000 especies endémicas de la isla, como el diminuto lemur “aye aye”. El itinerario realizado por los guías pasa junto a enormes edificios de plantas parásitas de viejos árboles, lagos volcánicos y cascadas cuya belleza enmudece.

Un bosque de piedras puntiagudas

A estas alturas ya te habrás percatado que viajar a Madagascar está especialmente recomendado para viajeros amantes de la naturaleza, a los que aún queda mucho por ver y sorprenderse.

Desde la Montaña de Ámbar otra carretera que no merece tal nombre nos permite llegar al Parque natural de Ankarana, uno de los lugares más impresionantes de Madagascar. El nombre significa en lengua malgache “lugar de las piedras puntiagudas” y describe perfectamente lo que nos encontramos: un bosque de piedras afiladas como cuchillos, de varios metros de altura, con algunos espinosos árboles asomando de entre ellas y lemures blancos jugando con la suerte sobre hojas cortantes.

En otro tiempo esto debió ser una llanura de piedra calcárea, que la abundante lluvia de la zona ha ido cincelando paulatinamente hasta conseguir un fenómeno único en el mundo. Una ciudad gótica magistralmente hecha por la naturaleza, con sus avenidas incluso, o tsingy, como se conoce al gran cañón que divide en dos a este espectáculo visual.

ring-tailed lemur (lemur catta)

De vuelta al sur

Muchos turistas que viajan a Madagascar deciden quedarse en el norte de la isla, con Diego como epicentro de su aventura malgache. Pero otros con más tiempo o en una segunda visita deciden recorrer el sur de la isla en busca de sus particulares encantos.

Ambositra, en la provincia de Fianarantsoa, está a medio camino, en el centro de Madagascar. Aquí los atascos causados por el tráfico vuelven a ser protagonistas y a traer al viajero de nuevo a la civilización. En la ciudad se pueden contratar rutas por los parques naturales próximos, siendo el trekking una de las actividades más demandadas.

Quienes eligen esta opción capturan cámara en mano a los escurridizos lemures anillados, que devuelven a la Madagascar más natural. También es posible encontrar algún cebú pastando, aunque es más probable y seguro degustarlo bien especiado como protagonista de algunos de los platos típicos malgaches, donde la vainilla tiene un lugar especial.

Degustar la comida de Madagascar es un buen pretexto para volver a esta enorme isla del pacífico que bien pareciera el laboratorio de ideas de un dibujante loco. Una experiencia viajera que pensamos revivir y que puedes disfrutar con algunos de los viajes a Madagascar que hemos seleccionado para ti.

 

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